¡Queridos hermanos en el sacerdocio!
Zacarías nos describe el vívido diálogo sostenido entre el hombre, los ángeles y Dios, en cuya manifestación se presentan cuatro «caballos» que al regresar de misión se dirigen al ángel del Señor y le dicen:
«Hemos recorrido la tierra y hemos visto que toda ella vive en paz» (Zac 1,11)
Con esto se nos muestra el siguiente panorama:
i) El pueblo convertido, gozaba de tranquilidad y calma gracias a su sumisión a Dios y renovada obediencia a su voluntad;
ii) Los ángeles habían recorrido la tierra, rindiendo informe al Ángel del Señor como sus siervos subordinados.
A continuación en el versículo que sigue, el ángel del Señor tomó la palabra y dijo:
«Oh Señor de los ejércitos, ¿hasta cuándo seguirás sin apiadarte de Jerusalén y de las ciudades de Judá, contra las cuales estás irritado, con éste hace setenta años?» (Zac 1,12).
¿Es esta iniciativa del ángel una simple pregunta, o se opuso a Dios? ¿Es solo una petición pura (intercesión), o es lo que los teólogos llaman «impetración»? Miremos más de cerca lo que dijo:
1).- Intercesión de los Ángeles:
La Iglesia confirma que los ángeles interceden por los hombres; esta verdad encuentra expresión en las Letanías de la Iglesia: “Todos los santos ángeles,… San Miguel, ruega por nosotros”. Esto va más allá de la confesión de San Rafael sobre la simple mediación de la oración del hombre hacia Dios por los ángeles (cf. Tb 12,12; cf. Ap 8,3-4). En nuestro caso, Dios estuvo enojado con la gente de Jerusalén y las ciudades de Judá, ¡Durante setenta años! (cf. 1,12). Pero el ángel intercedió por ellos, pidiendo misericordia a Dios y Él les dio la oportunidad de convertirse y el pueblo la aprovechó.
De todo lo anterior se infiere:
a) La intercesión angelical – un misterio:
Esto es sorprendente, porque antes de esto no nos habíamos encontrado con una intervención tan angelical. Por el contrario, Dios mismo advirtió al pueblo de Israel, diciendo del ángel:
«Pórtate bien en su presencia y escucha su voz; no le seas rebelde, que no perdonará vuestras transgresiones, pues en él está mi Nombre» (Ex 23, 21).
El ángel siempre parece estar del lado de Dios y defender su voluntad y sus derechos (cf. Gn 3, 24; 32, 25-33). Es el siervo más obediente de Dios. «Dios envió al ángel a Jerusalén para destruirla«, pero luego se arrepiente. Él “dijo al ángel destructor: «¡Basta ya; retira tu mano!
… y ordenó al ángel que volviera la espada a la vaina» (1 Crónicas 21, 15.27). Es decir, el ángel estaba listo para ejecutar el mandato de Dios sin consideración ni compasión por el hombre, porque él es completamente uno con la Sabiduría Divina y se entrega a ella y si alguien quiere oponerse a Dios, el ángel entra prontamente con vigor y defiende la voluntad y el honor de Dios, como lo hizo San Gabriel con el sacerdote Zacarías (cf. Lc 1, 19-20).
En principio parece que el ángel se preocupa poco por el hombre, de modo que no intercede ni implora a Dios por éste, sin embargo he aquí, que en la palabra del profeta Zacarías, el ángel del Señor toma la iniciativa ante Dios a favor del hombre y le dice: «¿Hasta cuándo seguirás sin tener misericordia de Jerusalén?» Aquí, el ángel se pone del lado del hombre, por así decirlo, e implora a Dios por el bien del hombre.
b) La intercesión angelical – un misterio de amor:
Las razones alegadas en contra de una intervención angelical a favor del hombre también pueden aducirse como la razón de la misma. ¿En qué sentido? La fidelidad amorosa de los ángeles y su opción definitiva por Dios constituye la razón por la que Dios les concede su confianza para hablar con ellos como lo hace con el hombre.
Así, vemos como Dios habla a Moisés como a un amigo: “El Señor solía hablar con Moisés cara a cara, como un hombre habla con su amigo” (Ex 33,11) y de manera similar, podemos recordar lo que el Señor le dijo a Abraham cuando le visitó: «¿Le esconderé a Abraham lo que estoy a punto de hacer?» (Génesis 18,17).
¿No nos permiten tales ejemplos concluir que Dios comparte con los ángeles sus ideas antes de «decidir» definitivamente y ponerlas en práctica, de modo que se dé un espacio en el que los ángeles puedan intervenir, o interceder a favor del hombre sin oponerse a las decisiones de Dios?
Cuando afirmamos: Dios trata a los ángeles como a sus amigos, entonces también debería ser cierto que les revela su corazón, sus pensamientos y planes ocultos, e incluso puede esperar sus comentarios e invitarlos a participar en ellos.
Se establece un misterio de amor entre Dios y los ángeles que se manifiesta cuando los ángeles interceden por el hombre ante Dios.
En todo esto, por supuesto, hemos estado hablando antropomórficamente. La providencia de Dios integra tanto la libertad de los hombres como la libertad de los ángeles en su plan, de modo que sean verdaderamente colaboradores de Dios. Nuestra libertad no queda fuera del plan de Dios y, sin embargo, es una colaboración real y libre. Lo que experimentamos con respecto a la importancia existencial de nuestras propias decisiones en respuesta a Dios, también es cierto para los ángeles, quienes en su orden, también son sus ministros elegidos.
c) La intercesión angelical – ¿parte de su misión? :
Esta reflexión nos lleva un paso más allá. Veamos cómo, mientras Abraham tuvo el valor de interceder por el pueblo de Sodoma y Gomorra “¿Así que vas a borrar al justo con el malvado?» (cf. Gen 18, 23-33), y Moisés habló a favor de su “pueblo de dura cerviz” (Éx 33, 5), en el Apocalipsis, un ángel lleva ante Dios las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que está delante del trono (cf. Ap 8, 3).
¿No se infiere de esto, que los ángeles también representan a aquellos a quienes Dios confió a su cuidado?
Cuando Dios puso a los ángeles a cargo de una persona individual o de un determinado grupo, es inconcebible que el ángel no le hable libremente a Dios sobre la tarea de su (s) protegido (s). Esto se refiere justamente a su dignidad como criatura intelectual, llevada a su máxima perfección en la visión beatífica. Se hace mediador de las oraciones de su pueblo, ante el trono de Dios. En este sentido, el ángel del Señor comunica a Dios el informe que recibió de los jinetes de los caballos. Y luego, le hace una sugerencia de oración a Dios. Esta es la parte inusual, ya que rara vez se registra en las Escrituras. ¿Es apropiado que un ángel guíe el plan de Dios en cierta dirección? ¿Puede ofrecerle a Dios una sugerencia de cómo podría tratar ahora con su pueblo? ¡Ciertamente, porque Dios lo eligió para esta tarea de poner todos sus dones y gracias al servicio del pueblo de Dios!
2).- Intercesión ante Dios
Aún debemos buscar el verdadero sentido de la intercesión para verificar si tenemos la idea correcta acerca de Dios.
a) La intercesión no es imposición:
Para tener una idea correcta sobre la intercesión, debemos tomar conciencia de las siguientes verdades:
– A través de la intercesión, nadie revelará a Dios acerca de las situaciones que vivan las personas como si Él no las conociera. ¡Dios ya conoce todas las cosas antes y mejor que nosotros!
– Por la intercesión, tampoco pretendemos oponernos a una decisión ya tomada por Dios en su sabiduría, porque sabemos que es justo y su voluntad es perfecta.
– Por medio de la intercesión, ni siquiera podemos aspirar a recordarle a Dios algunos hechos que Él, ya no hubiese tomado en consideración.
¿Qué sentido tiene entonces una intervención angelical para el hombre ante Dios? La intercesión del ángel, parece estar en armonía con todos los aspectos ya mencionados, con el misterio del amor y la justicia, con el respeto ante la autoridad de Dios y el cuidado del hombre que Dios les dio.
b) El respeto ante Dios y la respuesta de Dios:
Cuando el pueblo acogió el llamado de Dios y se convirtieron a Él de todo corazón, todavía el Señor, no había atendido ni respondido a su súplica, y es ahí, en esta brecha, donde el Ángel vio un espacio legítimo para su intercesión. El ángel toma la iniciativa y apela a la justicia Divina, que ya puede ser reparada cuando le señala: “Estás irritado, con éste hace setenta años”; Asimismo, reclama la misericordia de Dios: «Oh Señor de los ejércitos, ¿Hasta cuándo seguirás sin apiadarte…?» (Zac 1,12)
¿Y cuál fue la reacción de Dios? “El Señor dirigió al ángel que hablaba conmigo palabras buenas, palabras consoladoras «Yo siento un gran celo por Jerusalén y por Sión. Estoy lleno de cólera contra las naciones opulentas, porque yo estaba un poco irritado, pero ellas agravaron el mal… me vuelvo con piedad a Jerusalén; En ella se reedificará mi Templo … ” (Zac 1, 13-17)
Podemos inferir de lo anterior que Dios se mostró:
Ø CELOSO en relación consigo mismo, su propia dignidad y su santa Voluntad para con su pueblo;
Ø MISERICORDIOSO con su pueblo escogido que hizo penitencia y volvió a él;
Ø JUSTO hacia los enemigos que, aunque sirvieron de látigo para castigar a su pueblo, se rindieron a sus bajas pasiones y a su propia voluntad. Por tanto, Dios aceptó la intervención de la intercesión del ángel a favor del pueblo.
3).- La oración de intercesión
La respuesta que Dios dio muestra la perfecta correspondencia entre el interés del ángel y la voluntad de Dios.
a) Las múltiples dimensiones de la intercesión:
Añadiendo a esta unión el motivo del amor verdadero, la intercesión se convierte en parte del intercambio amoroso entre Dios y sus criaturas racionales. Jesús nos invita encarecidamente a pedirle a él y a su Padre: “Pidan y se les dará” (Mt 7, 7). Quiere escuchar las peticiones que revelan confianza en la atención y el amor de Dios; son un acto de amor por nuestro prójimo que Dios espera, y las respuestas a ellos demuestran su cuidado paternal hacia nosotros.
Por eso, también la Iglesia nos enseña que Dios quiere que ofrezcamos oraciones de intercesión, por cuanto Nuestro Padre sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos (cf. Mt 6, 8), pero espera nuestra petición porque la dignidad de sus hijos está en su libertad. Por tanto es necesario orar con Su Espíritu de libertad, para poder conocer en verdad su deseo (cf Rm 8, 27) (Catecismo de la Iglesia Católica, # 2737). Esta primicia, por supuesto, se aplica con igual vigor a los Santos Ángeles en su ministerio.
b) Las limitaciones de la intercesión.
Evidentemente, nuestra visión es limitada y por tanto nos equivocamos en las cosas que pedimos en oración así como también en otras dimensiones de nuestra vida. Es posible que no sepamos realmente para qué debemos orar y como pedir para orar como conviene. (cf. Rom 8, 26) o incluso podemos «pedir mal», como señaló Santiago (Santiago 4, 3), «con un corazón dividido”, en lugar de una “confianza filial” (cf. CIC, # 2734 – 2737). En todas nuestras debilidades, debemos acercarnos a Dios con confianza, resignación y en la seguridad de que Él nos concederá, no exactamente lo que le pedimos, sino lo que más nos favorezca. Aquellos que oran de otra manera, carecen de respeto ante la sabiduría infinitamente mayor de Dios, por Su bondad absoluta y Su amor por nosotros. La Iglesia nos hace conscientes de este peligro y quiere corregirnos, cuando nos pregunta: “¿Cuál es la imagen de Dios presente en este modo de orar: Dios como medio o Dios como el Padre de Nuestro Señor Jesucristo?”. (CIC, # 2735)
Vimos en nuestro texto, que los santos ángeles no cometen estos errores, gracias a su total sumisión y sincera humildad en sus intercesiones. Por lo tanto, hacemos bien en invocarlos a ellos, cuando oramos a Dios, pidiendo su luz y su guía. A Dios le agrada cuando nos acercamos a Él en unión con ellos, con la ayuda de su intercesión, porque ellos nos corrigen y nos educan en la manera y en las cosas por las que debemos orar.
4).- ¡Queridos hermanos en el sacerdocio!
Este ejemplo nos dice lo bueno que es cuando vamos a Dios no directamente, sino a través de los santos ángeles, especialmente nuestro ángel de la guarda personal. ¿Acaso la liturgia, no nos conduce todos los días de esta manera?, ella nos une primero con “todos los ángeles y santos”, antes de acercarnos a la venida de Cristo en la consagración.
También los fieles lo perciben y actúan así cuando en sus necesidades se acercan a Dios por intercesión de los santos, o cuando piden oraciones a los sacerdotes o a las almas consagradas. La amistad de Dios con sus allegados, es a menudo un factor decisivo en la eficacia de la intercesión.