Como vivir el tiempo de Adviento

En muchas ciudades cintilan de noche las luces del Adviento. Se ven hermosos los adornos navideños. Sin embargo, debemos contemplar y penetrar el verdadero sentido de la Navidad: el misterio de la Encarnación.

Hay una insatisfacción: Nos hace falta algo. Hay un paso desde la figura [imagen] a la realidad. Hay un paso de la Antigua Alianza a la Nueva Alianza, de la promesa al cumplimiento. La vida humana es un camino, no estamos en la plenitud todavía, vamos paso por paso, vivimos un momento, toda la vida cristiana es Adviento, estoy esperando algo más, no tenemos morada eterna aquí. Si estamos esperando algo más, el amor de Cristo nos urge. Los misioneros sienten este impulso. Aún no hemos hecho todo lo que se debería. Somos siervos inútiles.

Quizá, los mediocres católicos consideran a los otros fanáticos, a los que se dedican por completo. El mediocre asegura primero lo suyo, pone límites. “Mis vacaciones, mi dinero, mi mi mi…”. Pero el amor no debe tener límites. La lógica de los santos no pone límites… hacia arriba no hay límite. “¡Nos hiciste para ti, mi corazón está inquieto!” eso es la insatisfacción. “Dame lo que me pides y pídeme lo que quieres”. Los santos rompen el techo, no tienen límites… Quien se gasta por la causa de Dios, es porque siente la insatisfacción de este mundo. Los que tengan… vivan como si no tuvieran… la presentación de este mundo se termina. Cuando hay combate, lo más importante es la unidad de los soldados. Entre los militares es lo más importante la fuerza unida, por eso es lo más importante la obediencia. Cada cabeza tiene sus proprios proyectos… la consciencia del combate hace, que no se puede discutir, hay una urgencia. Los religiosos y en fin todos los cristianos deben vivir tal insatisfacción, un Adviento. No es tiempo de dormir y descansar, ni para disfrutar la vida, sino es tiempo de levantarse y ponerse de camino.

En el Adviento debes practicar una cosa: ¡La cautela! Nuestro ser y nuestras acciones deben ser muy tiernos en estos días, por el asombro del gran misterio de la Encarnación de nuestro Señor. Cada uno de ustedes lleva al Salvador no nacido en el espíritu hacia el pesebre como verdadera sierva o siervo del Señor y si DIOS quiere hacerse hombre en nosotros en el ESPÍRITU SANTO, entonces tenemos que ir muy suave y lentamente en nuestro camino, llenos de alegría y anhelo interior. Como una pequeña estrella, debes trazar tu camino en la vida cotidiana, donde sea que el trabajo te llame, en todas partes debes brillar por amor y brillar de alegría y cuanto más se acerca la gran fiesta, más fuerte debe volverse la luz de tu amor, la fuerza de tu sacrificio, la tranquilidad de tu corazón.

Caminas silenciosamente por el Adviento, hacia la estrella de Belén. ¡No te desanimes! No perderás el camino cuando la confianza llena de fe es tu bastón y el amor ardiente es tu linterna. DIOS puede siempre ser encontrado por el amor. El amor es la luz más segura.

Y ustedes deben ser luz, cada uno de ustedes es una luz en Adviento. Qué hermosas luces como esta hay si solo tomamos las palabras de las Escrituras que escuchamos en Adviento como leitmotiv: «¡A TI levanto mi alma [mis ojos], Dios mío!». En una comunidad de religiosas, una de las hermanas ya lleva la luz de la adoración todos los días; «¡Señor, despierta nuestros corazones!» allí la segunda hermana lleva la luz de la disposición de estar siempre ahí para el Señor, de estar siempre despierta a la voz del ángel, por tranquila que sea; «Señor, deja encontrar a través de la contemplación la paciencia, el consuelo y la esperanza», así transmite la tercera hermana, la luz de la Palabra de Dios a través de estos días, la palabra de MARIA y de los ángeles, para nuestro consuelo y nuestra esperanza.

Oración: Señor, nos has regalado un nuevo año de gracia con el Adviento, donde queremos empezar de nuevo, ser mejores, ser más fieles, ser más verdaderos en el amor, queremos ir como un niño de la mano de la madre con MARIA, con la Luz hacia la Navidad.

Adviento es también un tiempo de tranquila reflexión sobre el tiempo venidero de nuestra salvación a través de la Encarnación y Redención de nuestro Señor JESUCRISTO, mirando hacia adelante, orando y caminando con nosotros.

¡Adviento! Tiempo de esperanza y expectativa. ¿A quién no le gustaría? Es realmente la «forma» de nuestra vida cristiana. Anhelo de DIOS, llamado a la redención y al mismo tiempo certeza liberadora: viene el Redentor y con Él su salvación; La esperanza que despierta por la redención y liberación del pecado y de la culpa surge y busca hasta que encuentra. Nuestra hambre de amor y verdad, de libertad y realización ya no se desliza hacia la falta de sentido, sino que encuentra su plenitud. La esperanza cristiana le da al Adviento algo tremendamente dinámico y orientado al futuro. Esperamos al Señor y su venida: Su venida oculta en el tiempo, porque Él ya está habitando entre nosotros, y esperamos también su última venida en poder y gloria como juez de los vivos y muertos, Quien atraviesa toda la historia de la humanidad, hasta la cosecha y separación de la cizaña del trigo, cuando DIOS envía a sus ángeles segadores al final de los tiempos.

¿No puede y no debería toda nuestra vida ser un gran Adviento, un tiempo de preparación y acercamiento al juicio? Cuando realmente nos hemos convertido en niños por la gracia de DIOS en la vida diaria y con voluntad de cambiar, en fidelidad valiente, en búsqueda constante de la voluntad de DIOS y en un apartar decididamente de todo pecado y de lo que es contrario a DIOS, entonces el pensamiento de esta hora de nuestro encuentro con Cristo, el Juez de nuestra vida, no nos asustará, sino el amor a DIOS y el anhelo ya ha hecho que nuestro corazón se ensanche y arda, entonces, finalmente sabemos definitivamente: con DIOS estamos en casa.

¡Adviento! Tiempo de arrepentimiento y conversión. Año tras año nos encontramos con Juan Bautista, la áspera figura penitente con el áspero vestido penitencial y su severo discurso: «¡Conviértete y arrepiéntete! El hacha ya está puesta en el madero». El que no lleve el fruto de la justicia será cortado y eliminado. Pronto el trigo se separará de la paja. «Prepara el camino para el Señor, endereza sus sendas, todas las colinas serán removidas y todos los valles serán llenados». El camino recto es la veracidad y la pureza de la infancia. Las montañas que hay que aplanar significan orgullosa arbitrariedad y falsa grandeza; y los valles para llenar. . . ¿No significa esto nuestro déficit multifacético en buenas obras, en amor y confianza en DIOS? 

¡Adviento! Tiempo de vigilancia y preparación. En este tiempo de gracia volvemos a comprender más fácilmente la parábola de las cinco vírgenes prudentes que todavía llevaban consigo el aceite de la prontitud en sus tinajas y se preparaban para recibir al novio con luces encendidas al sonido de la llamada de medianoche: «¡Levántate, toma las lámparas!» Están los sabios y los necios. ¿En qué grupo puedo contarme?

¿Me preocupo en proyectarme más allá del tiempo, de adquirirme un tesoro para el cielo, que los ladrones no pueden robar ni las polillas lo pueden devorar? – ¿Enriquecerse en virtud y mérito ante DIOS para tener suficiente «aceite en la lámpara» para la noche en que será demasiado tarde para adquirirlo? El Adviento nos advierte a que seamos prudentes y vigilantes. Muchos de nuestros más cercanos se fueron el año pasado arrancados de la vida y deberían presentarse ante ti, ante el tribunal de DIOS. ¿Cuánta cosa podría llevar consigo? Entendemos la palabra del Señor a sus discípulos: «¡Sean como los siervos que siempre están listos para recibir a su Señor cuando ÉL viene de las bodas! ¡Bienaventurados los siervos a quienes el Señor encuentra velando en Su venida!»

¡Adviento! Tiempo de interioridad y oración. «Y si DIOS hubiera nacido mil veces y no en ti, aún estarías perdido para siempre», advierte un piadoso místico de siglos pasados. Pronto San José está en el camino con María en busca de un albergue. Nuestra piadosa costumbre popular mantiene vivo este secreto a través de canciones y juegos devocionales. ¡Qué profundo significado! Belén no está solo en Tierra Santa. Tú eres Belén, oh hombre. María, la madre, busca un hogar en tu corazón con su hijo. ¡Construye el pesebre para tu Señor y DIOS! ¡Deja que en el pie del pesebre se fija anclando la fe y la fidelidad a la verdad! Ábrete como una cuna y despierta pensamientos de anhelo y expectación gozosa en ti.

Pero también ofrezca al huésped más querido de tu alma un lugar de descanso suave a través de pequeños sacrificios de amor. Calienta el espacio de tu alma a través de la oración sincera y el celo gozoso de hacer el bien.

¡Adviento! Tiempo de anhelo y realización. El anhelo es una cualidad de nuestro corazón humano que ningún ángel posee, es una expresión de nuestra inquietud y de estar aún insatisfechos en la peregrinación terrenal, hasta que nuestro corazón finalmente pueda descansar en la posesión de DIOS. En la imagen de la concha, que llevaban los peregrinos de Santiago en su vestido, con su perpetuo susurro, el anhelo ha encontrado un símbolo hablante. ¿Qué tan ardiente puede ser el anhelo entre personas que se aman y tienen que sufrir la separación unos de otros? DIOS nos añora a los humanos con amor infinito, todos los cuales hemos sido separados de ÉL por la desgracia del pecado. Con JESÚS, Su hijo más querido, Él quisiera atraernos a todos de regreso a Su corazón. ÉL despierta en nosotros el anhelo que nos hace buscar como los tres sabios de Oriente hasta encontrar al verdadero DIOS en el pesebre, en el tabernáculo de nuestra iglesia. ¡No dejemos que este santo anhelo se apague bajo el caos de las falsas adicciones, como la adicción a la bebida, la codicia, los celos, el ansia de reconocimiento, la contienda y otros! Es precisamente esta fuerza la que nos lleva directamente a los brazos de DIOS.

Adviento: el tiempo mariano. En María, toda la expectación de Adviento de  la humanidad, toda la esperanza de redención y el anhelo del Mesías, han alcanzado su punto más alto. La pequeñez de la doncella y humilde sierva de Nazaret atrae irresistiblemente la omnipotencia y la grandeza del amor de DIOS y deja que suceda en ella el mayor milagro de cielo y tierra: «ET VERBUM CARO FACTUM EST». DIOS se hace hombre en María. Se vuelve humano una y otra vez y se encarna en su esposa, la Iglesia, su Cuerpo Místico. Pero sólo puede suceder realmente y por la gracia donde el ESPÍRITU SANTO encuentre a María y su «ECCE» disponible, su «FIAT» en pureza y humildad. María debe concebir y dar a luz a JESÚS en nuestro corazón. Que ella lo adore y lo ame en nombre de todos los que sabemos que somos tan indignos del mayor regalo del PADRE de BONDAD. Queremos ofrecerle a ÉL nuestra más sincera alabanza y agradecimiento y nuestras peticiones por las bendiciones del Divino Niño por todas nuestras preocupaciones.

Luego, en la Noche Santa, podemos unirnos al coro de los ángeles que presentan alegremente el motivo de la redención: «¡Gloria a DIOS en las alturas y paz a los hombres de Su gracia!».

Grande debe ser la alegría, porque la alegría inspiró el celo inspira nuestra buena voluntad e inspira nuestra inventiva; porque en Adviento tenemos que convertirnos en inventores, traer siempre al Señor algo nuevo, para causarle una alegría, de lo que se alegran los santos ángeles y de lo que nuestra querida Madre de Dios caminante pone un poco de luz en el camino.

Los cristianos estamos en una situación diferente, sabemos que la salvación viene y experimentamos una y otra vez la redención y el gozo de la curación y salvación. El Adviento solía ser una época maravillosa en muchas regiones. En Tirol, donde la gente caminaba de noche con sus linternas, penosamente por la nieve, hasta las iglesias. Las luces se veían venir de las granjas de los alrededores y todos se unieron en la Misa de Rorate en la iglesia. Y hubo las muchas costumbres de Adviento como la acogedora reunión de la noche alrededor de la corona de Adviento. En casa, nos reunimos cada noche a la hora de dormir para la corona de Adviento, cantando algo o leyendo un cuento. Siempre lo hemos esperado con ansias. Estas costumbres son también signos de nuestra vigilancia o ejercicio de vigilancia. La vigilancia debe estar llena de profundidad y belleza, llena de anhelo y amor. 

Siguiendo a María

«Además de los Santos Ángeles, este santo y tranquilo tiempo de Adviento se pone especialmente bajo la protección e intercesión de Nuestra Santísima Madre, María. Caminó silenciosa y escondidamente en medio de la gran multitud camino a Belén, llevando la Luz del mundo, que sólo se reflejaba en sus ojos silenciosos. Ofrecía cada pequeño paso vigoroso con amor a Dios, intercediendo por todas las tinieblas que la rodeaban. El amor la envolvió, el amor irradiaba de ella. Su silencio cuidadoso y delicado nos habla del amor de Dios y del gran regalo que nos hace en el pesebre.

Las tinieblas no la captaron, pero con la gracia de Dios podemos captar la maravillosa y verdaderamente divina condescendencia por amor en el acontecimiento de Belén. ¡Allí, junto al pesebre, queremos encender nuestras lámparas y regocijarnos con los Ángeles para adorar al SEÑOR del mundo!» (MG, Carta de Navidad 1958