Congreso XIX: 25 de mayo 2024

1) Explicación de la imagen                           2

2) P. Cornelius Pfeifer ORC: El combate espiritual en la historia.                   4

3) P. José Ignacio Ferro: La acción del demonio según santo Tomás de Aquino

4) P. Cornelius Pfeifer: El mundo moderno bajo la acción de ángeles buenos y malos

5) P. Cornelius Pfeifer: Esencias interiores de los ángeles y la comunicación angélica

Ìndice

1) Explicación de la imagen                                                                                   2

2) P. Cornelius Pfeifer ORC: El combate espiritual en la historia.                   4

1) Origen de las influencias demoníacas.                                                     4

2) Jesús como exorcista                                                                                6

2.1. Resumen general                                                                        6

2.2. Hay siete exorcismos concretos                                                 7

2.3. JESÚS comunicó el poder del exorcismo a los apóstoles         7

2.4. Proclamación del reino de DIOS y exorcismos                         8

2.5. Resumen y conclusiones                                                            9

2.6. Historia: Gestos y Actitudes en el rito de los exorcismos          10

2.6.1. En las religiones y en el judaísmo                                          10

3. Testimonios de los Padres de la Iglesia del primer milenio                     11

3.1. La práctica de los primeros siglos de la Iglesia                         11

3.2. Demonio y cristianismo en Tertuliano                                         11

3.3. Demonio e Iglesia en Cipriano                                                    13

3.4. La gnosis cristiana en Clemente de Alejandría                             14

3.5. Los exorcismos bautismales en Hipólito de Roma                      15

4. Los libros litúrgicos romanos                                                                   15

5. La práctica de exorcismo medieval                                                          16

6. El ritual romano desde Trento                                                                  16

7. El ritual del exorcismo del Vaticano II                                                    17

3) P. José Ignacio Ferro: La acción del demonio según santo Tomás de Aquino.

1.  El pecado de los ángeles malos                                                               18

2. El castigo de los ángeles malos                                              22

3. Acción de los ángeles malos entre sí                                      25

4. Acción de los ángeles malos sobre los hombres                           26

4) P. Cornelius Pfeifer: El mundo moderno bajo la acción de ángeles buenos y malos.

Introducción                                                                                                 31

1) La influencia de ángel y demonio al hombre en la vida cotidiana           31

2) La acción del Ángel de la Guarda                                                            32

3) Características de los demonios en su efectividad sobre los humanos    34

                        La tentación; el señuelo; el acoso; la obsesión; la posesión.

4) El ser humano como transmisor [de rayos]                                              38

5) Cómo repeler las influencias demoníacas                                                39

  Ayudas en el combate espiritual                                                     39

5) P. Cornelius Pfeifer: Esencias interiores de los ángeles y la comunicación angélica.

1) La influencia y la comunicación de los ángeles                                       44

2) La acción de los Ángeles como ‘irradiación’ y ‘campo de fuerza’          46       

3) La corriente esencial (los genes). Los tipos de corriente                         47

4) Los tipos de radiación (el aura)                                                                49

5) El campo de fuerza                                                                                   50

6) Formas de Ángeles y demonios                                                               51

 

7) Sentidos de las creaturas inteligentes                                                       53

 

El combate espiritual en la historia

 

  1. Cornelius Pfeifer ORC

 

  • Origen de influencias demoníacas.

En sus orígenes primordiales, las influencias demoníacas se remontan al paraíso, al tiempo más antiguo de la historia humana. El “adversario de DIOS” jalando atrae a su lado a la primera pareja humana. Y después de la caída de Adán y Eva del Jardín del Edén a la oscuridad de una naturaleza despiadada (maldita), la lucha por el poder de lo inicialmente pequeño y luego siempre más, comienza el entorno en expansión: aquí el poder del hombre, – allí la violencia de la naturaleza en toda su crueldad.

La Escritura se salta estos eones hasta el punto en que «dos hijos de Adán» llevan en sí armas distintas que apenas los exaltan por encima de los animales que los rodean: las armas del espíritu.

Uno de los hijos es imagen del bien, de la paz, de la luz, de la apertura a DIOS, es Abel, el modelo humano de JESUCRISTO mostrado por primera vez en la Sagrada Escritura, resucitado del sueño espiritual de muerte que comenzó con el pecado de los primeros padres, él mismo puro, pero sacrificado por causa de DIOS. El otro de los dos «hijos» es la imagen del pueblo apartado de DIOS, imagen del mal, de la rebeldía contra DIOS, del odio, de las tinieblas del espíritu; es Caín quien ocupa aquí el lugar de Lucifer, también el «primogénito» entre los hombres, el aniquilador del hombre, del bien que hay en el hombre.

La historia de Caín y Abel ya resume todas las religiones primitivas: la lucha entre la luz y la oscuridad, entre el DIOS de todo bien y los ídolos de muchas cabezas del poder del mal. Claramente sale a la luz esta antigua influencia divisoria de los demonios sobre el hombre. Adán y sus descendientes no se olvidaron simplemente del DIOS único por su propia voluntad, sino que su fuerza de voluntad, debilitada por el pecado original, fue derrotada por la constante influencia y ataque del adversario en medio de la naturaleza hostil, ya que les dio el poder de la naturaleza y, por lo tanto, la religión natural durante tanto tiempo ante sus ojos («¿Has perdido a DIOS? Ya no lo encontrarás más. ¿Sabes dónde está Él?») – hasta que comenzaron a adorar al sol como dios, a imaginarse un Jardín del Edén ubicado en lo alto con seres humanos perfectos como dioses (Olimpo, Valhalla, etc.). Una vez que la gente hubo llegado tan lejos, fue fácil para el maligno dejar que estos dioses imaginarios descendieran a la gente, rodeados de hechos heroicos, para que se hicieran sacrificios. Finalmente, todo el cielo de los dioses se casó con el pueblo y en ese gran mestizaje y desdibujamiento surgió el culto demoníaco, que solo mantenía en jaque al pueblo por temor a la desgracia, porque los demonios se convertían en tiranos que se sentían (ej. México), seudo dioses para que el pueblo estuviera sometido, incluso les ofreció sacrificios humanos para hacerlos propicios.

El culto al demonio se extiende hasta nuestros días. Lucifer pretende dos cosas: Primero, intervenir en la vida del hombre como una fuerza tangible (en la mitología, el sacrificio del dragón) y esclavizar a los hombres, someterlos y finalmente destruirlos». Luego, poner en duda la verdadera religión de DIOS por segunda vez, como si todo lo que la Sagrada Escritura nos transmite hubiera estado presente durante mucho tiempo en otras religiones paganas y, por lo tanto, que nuestra religión fuera solo «una de las mil sectas».

Este es el legado de la serpiente, esta duplicidad como inversión de términos, como apariencia y máscara, que recorre la historia del Pueblo Elegido. JESÚS dijo a los fariseos: “Víboras y camada de víboras, hipócritas, os gusta pararos en las esquinas de las calles y rezar para llamar la atención de la gente…” (Mt 6,5). En el fariseo el demonio se encabrita e incita al otro Caín y esa es la intersección en la historia de DIOS de la humanidad tanto como en la demonología práctica, real.

En Caín y Abel aparece por primera vez en la Sagrada Escritura el contraste del espíritu de DIOS en el hombre – al espíritu de las tinieblas en el hombre a la luz de la historia. Abel sacrifica lo mejor de lo mejor para DIOS por reverencia («de los primogénitos de su rebaño, es decir, de lo mejor del rebaño» Gn 4,4). Por eso a DIOS le agradó la reverencia e integridad de este hombre. Se dice que Caín «ofreció al Señor un sacrificio de los frutos del campo (no dice: lo mejor)» (Gn 4,3) y la actitud detrás de la máscara de este sacrificador está caracterizada por las palabras de DIOS hacia el «¿No es así? Si haces el bien, no estarías enaltecido (se da la aceptación del sacrificio). Pero si haces el mal, el pecado acecha a la puerta como un enemigo para ti, pero tú lo debes controlar» (Gn 4,7). DIOS llama la atención de Caín sobre su falso sacrificio. Pero Caín está endurecido. No quiere ser inferior a Abel, pero no pide el amor de DIOS, le preocupa el poder. Así que está lleno de envidia, lleno de celos. El demonio se aferra a él con los ojos bizcos y Caín no resiste, a pesar de la admonición de DIOS, a ser vencedor sobre el mal y la maldad en su corazón. La hazaña de Caín ya mostró cuán enorme es el salto desde la manzana en el paraíso al garrote de Caín, cómo aquí brota el demonio, la primera flor despierta del veneno, proveniente de la religión natural demoníaca, donde uno se come al otro si se interpone en su camino.

Pero debido a que el pecado de Caín es evaluado como un pecado espiritual (homicidio deliberado) ante DIOS, intelectualmente premeditado, DIOS hace una señal para Caín, la misma que Él acuñó para los ángeles caídos, este «no…». Con eso, Caín se pone del lado de los demonios y así es como ellos tienen que permanecer en la tierra como instrumentos de DIOS para probar a los hombres. Por mucho que se rebelara contra DIOS, Caín tenía que terminar su vida y su descendencia tenía que ser probada en el bien. La desobediencia traerá 1000 veces más aflicción al pueblo de DIOS hasta el final de los días.

 

Además de esta demostración del dominio de los demonios sobre los hombres, que se remonta a la más remota antigüedad, se conocen dos cosas más de la Sagrada Escritura iluminada: el lugar y el modo.

Dice: «El Señor plantó un jardín en Edén, lejos al oriente». Esta palabra «Oriente» significa tanto: la mañana, de donde sale el sol, como la madrugada, cuando amanece primero, también es luz en el espíritu del hombre. Así que el Jardín del Edén es ya la «semilla», la Imagen del Paraíso celestial, la Nueva Jerusalén, la Esposa de CRISTO, verdaderamente revestida de sol; pero es también ejemplo del primer despertar del espíritu humano en decisión independiente. De Caín se dice “entonces Caín se apartó de la presencia del Señor y se estableció en la tierra de Not al este del Edén” (Gn 4,6). De esto se puede ver que Caín fue con la serpiente, la que también estaba allí antes del jardín de Edén, por lo que fue aún más al este que el Jardín del Edén, estaba oculto. También se puede deducir de esto que el hombre cayó presa de un extenso demonismo temprano en la mañana del espíritu, que lo oprimirá y dominará hasta el final de los tiempos. Esto es indicado por un pasaje en el Apocalipsis: «El sexto (ángel con el tazón de la ira) derramó su copa sobre el gran río Éufrates (imagen de la vida de DIOS). Entonces sus aguas se secaron para que se abriera el camino a los reyes del oriente (Ap 16,12), a quienes inmediatamente se les nombra: el dragón, la bestia, el profeta mentiroso. La ubicación: Oriente, por lo tanto, significa para nosotros que no solo el peor peligro para la iglesia amenaza desde Oriente, sino que la serpiente que alejó a las almas humanas de DIOS al principio de los tiempos ahora se está abriendo de nuevo con su horda de espíritus mentirosos para rodear la Iglesia y el campamento de los santos.

En Caín encontramos a un hombre ya no libre de cargas como Adán, que fue tentado y fracasó; la corriente esencial (el carácter) de Caín ya había sufrido daños de muchas maneras, porque los rayos básicos de este hombre ya no estaban orientados hacia DIOS, sino hacia el demonio. Para él, DIOS era sólo un tirano al que creía poder engañar. Caín es el primer hombre corrompido hasta la médula que nos presenta la Sagrada Escritura. Y así como DIOS dice «por sus frutos los reconoceréis», así también se reconoce el desenfreno demoníaco, la codicia de los sentidos y la sed de venganza en la descendencia de Caín. (Gn 19,24). Un descendiente de Caín acuñó la frase «Mataré a un hombre por la herida que he infligido, a un muchacho por la contusión que me infligieron. Si Caín es vengado siete veces, entonces Lamec setenta y siete veces». Debido a esta descendencia de Caín, que se extendió por todas partes y también corrompió al pueblo de los «hijos de DIOS» (descendientes de Set – en contraste con las «hijas de los hombres» – descendientes de Caín – Génesis 6,1-3) a través del matrimonio, el Señor dijo: “Mi Espíritu ya no permanece en el hombre, ya no es más que carne”, es decir, se acerca al animal y por ende al demonio. El núcleo del hombre ha cambiado de color, de tal manera que su forma de ser solo está regida por la materia y el demonio atrincherado detrás de la materia. Los rayos básicos también se han apartado de DIOS y se orientan hacia la serpiente que les ofrece satisfacción por su codicia (habitantes de Sodoma y Gomorra, Babel, etc.). La deificación de los demonios es rampante en todos los países, a partir de este «Oriente». Los rayos de tensión de los hombres solo reaccionan en la dirección del poder terrenal y la esclavización de todo lo que se les opone.

            Desde la antigüedad surgieron los signos del único signo de Caín para comunicarse con los demonios. Las palabras, las fórmulas mágicas, los hechizos mágicos de todo tipo se forman a partir de los signos, y de estos se forman las costumbres sacrificiales y los actos de culto, los asesinatos rituales, los vicios y todos los actos criminales por compulsión demoníaca. Incorporan las formas de expresión de varios pueblos antiguos en idolatría, escritura cuneiforme, escritura pictórica y simbolismo de todo tipo. A través de la dominación y deportación del pueblo de DIOS, lo demoníaco se empuja a sí mismo en el hacer y finalmente en el ser de los israelitas (ver 1 Reyes 14,15; 15,12-14 etc.), que se destaca de manera más inquietante en la PASSIO DOMINI. Estos, los fariseos, sólo asumiendo la muerte de CRISTO, ponen a los demonios abiertamente bajo el disfraz de santidad fingida, de oraciones a DIOS, de pelear por la causa de DIOS. Esta clase intelectual del pueblo judío ha convertido las invocaciones a DIOS en invocaciones al demonio al tergiversar e intercambiar signos y letras hebreas, han cambiado la estrella de David por el símbolo del demonio, desde entonces han revestido el culto al demonio con actos religiosos.

Los diversos excesos de las religiones naturales, el fetichismo, la invocación de demonios y espíritus, la adivinación con la ayuda de demonios, los números de signos evitados por DIOS y la astrología, la magia y mucho más se agrupan en torno a este núcleo de acciones demoníacas bajo el manto de la santidad fingida. Esto lo experimentamos hoy en el odio creciente, porque la depravación de los pueblos va en aumento y cada uno quiere ser dios para sí mismo.

 

2) Jesús como exorcista

            La actividad de Jesús-exorcista se expone en los evangelios sinópticos de dos maneras: a través de resúmenes generales y con la descripción de siete casos particulares.

2.1. Resúmenes generales. Aquí algunos ejemplos:

“Jesús curó a muchos enfermos de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios” (Mc 1,34).

– “Jesús sanó a muchos, de modo que los que padecían enfermedades se arrojaban sobre él para tocarlo.

– “Y los espíritus inmundos, al verlo, se arrojaron a sus pies y gritaron. ¡Tú eres el Hijo de DIOS!»‘ (Mc 3,10-12).

– “Su fama llegó a toda Siria; y le traían todos los enfermos de diversas enfermedades y padecimientos, endemoniados, lunáticos y paralíticos, y él los sanaba” (Mt 4,24).

 “Al anochecer, le trajeron muchos endemoniados; él expulsó los espíritus con una palabra y sanó a todos los enfermos»  (Mt 8,16; cf. Lc 4,40-41; Mt 12,24.28).

– “Muchos habían venido para oírle y ser sanados de sus enfermedades. Y los que estaban atormentados por espíritus inmundos eran sanados»  (Lc 6,18).

            Reflexiones sobre estos textos:

1° Son textos que mencionan a endemoniados; pero es útil señalar que son más numerosos los pasajes evangélicos que sólo hablan de pacientes curados por Jesús, sin estar endemoniados (Mt 15,30-31; 19,2; 21,14).

2° Los textos revelan que hay una diferencia entre los que simplemente están enfermos y los que están endemoniados; estos, sin embargo, también padecen alguna enfermedad.

3° Como dato interesante, hay que tener en cuenta que las menciones generales a la liberación de los endemoniados se encuentran, sobre todo, en los primeros capítulos de los evangelios sinópticos.

4° A los demonios se les llama: “espíritus impuros» – pnéumata akáthara- (Mc 1,23.26,27; 3,11.30; 6,7 y passim) o “espíritus malignos -pnéumata ponerá- (Lc 7,21; 8,2); y a menudo se presentan en relación con Satanás, el príncipe de los demonios, llamado ‘el Maligno’ (Mt 6,13; 9,34; 13,19).

 

2.2. Hay siete exorcismos concretos.

            Los casos de curas o liberaciones, que expresamente llamamos «exorcismos», son sólo siete. Teniendo en cuenta el número total de 34 milagros concretos registrados en los evangelios, la cifra de siete es muy moderada. Los evangelios narran ocho milagros sobre la naturaleza; dieciséis curas de enfermedades; tres resurrecciones; y siete exorcismos. Un total de 34 “obras de poder-dynameis”. Los exorcismos concretos son:

– El endemoniado en la sinagoga de Cafarnaúm (Mc 1,21-28; Lc 4,31-37).

– La posesión de Gerasa (Mc 5,1-20; Mt 8,2.8-34; Lc 8,26-39).

– La hija del cananeo (Mc 7,24-30; Mt 15,21-28).

– El joven epiléptico mudo (Mc 9,14-29; Mt 17,14-21; Lc 9,37-43).

– El endemoniado que guarda silencio (Mt 9,32-34).

– La posesión ciega y muda (Mt 12,22-23; Lc 11,14).

– La mujer encorvada (Lucas 13,10-17).

           

Lo habitual es que la posesión demoníaca vaya acompañada de alguna enfermedad somática o, sobre todo, psíquica. Esto es evangélicamente un hecho evidente. Pero habrá que comprender bien este fenómeno para poder juzgar en profundidad y con certeza los casos de exorcismo.

            Los evangelios presentan una relación entre enfermedad y posesión diabólica. Esto es comprensible, ya que según el relato del Génesis 3,16-19, el mal, el dolor, la enfermedad y la muerte se presentan como consecuencias del pecado, introducido en el mundo por instigación de Satanás (Gn 3,4-5). Por tanto, la enfermedad puede ser, en algunos casos, una manifestación del dominio de Satanás sobre una persona. Por ello, no es extraño que también se realicen frecuentemente exorcismos evangélicos como forma de curación (Mt 9,32-34; 12,22-24p; 17,14-18p; Lc 13,10-17).

 

2.3. JESÚS comunicó el poder del exorcismo a los apóstoles.

            Jesús estaba consciente de que la obra de establecer el reino de DIOS en el mundo continuaría a través de los siglos. Por eso, ya durante su vida en la tierra quiso iniciar a sus primeros discípulos en la práctica de esta tarea evangelizadora contra la actividad del Príncipe de este mundo.

            Por eso, Él mismo, al enviar a sus Doce discípulos a evangelizar, proclamando la venida del Reino, les comunicó el poder de expulsar demonios, así como el poder de realizar curas milagrosas: “Subió al monte y llamó a aquellos Él quería; y vinieron donde había designado doce, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar y poder expulsar demonios»  (Mc 3,1 3-14).

            Y un poco más tarde: “Llamó a los Doce y les dijo que fueran de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Muchos enfermaban y los curaba»  (Mc 6,7.13; cf. Mt 10,1.8; Lc 9.1-2; 10,1.17-20).

            Hasta después de su resurrección, Jesús volvió a encargar el ministerio de los exorcismos a sus discípulos: “Estas serán las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre echarán fuera demonios… Impondrán manos a los enfermos y estos estarán bien»  (Mc 16,17).

            Notemos bien que los carismas del exorcismo y de curación suelen acompañarse, pero ambas se conceden siempre “para el bien y el servicio de la evangelización”.

 

Después de recordar estos textos sobre el encargo del ministerio exorcista realizado por Jesús a los Apóstoles, son necesarias dos reflexiones:

  1. Jesús llamó sólo a los Doce: y sólo ellos recibieron expresamente de Jesús el envío o la misión de desempeñar este delicado ministerio. Este envío o misión no se aplica, por tanto, a todos los discípulos ni a ningún discípulo de quienes siguieron a Jesús como Maestro.

            San Pablo, más adelante, en la primera Epístola a los Corintios, al tratar de los carismas, afirmará que “un mismo y único Espíritu es el que distribuye los carismas a cada uno, en particular, según su voluntad»  (1Co 12,11).

            De esto se desprenden dos conclusiones. a) No todo cristiano tiene el ministerio de exorcista, excepto aquellos a quienes el Espíritu Santo concedió este carisma. b) Corresponde a las autoridades de la Iglesia discernir los carismas del Espíritu.

  1. Los Doce discípulos actuarán, no en su propio nombre ni con su propia autoridad, sino “en el nombre de Jesús”. Y Jesús, en definitiva, es quien actúa (Mc 16,17). Esto lo hizo San Pablo cuando, en Filippo, liberó a una joven del espíritu de adivinación, diciéndole: “En el nombre de Jesucristo te mando que salgas de ella». Y, en el mismo momento, salió” (Hch 16,18).

 

2.4. Proclamación del reino de DIOS y exorcismos

  1. El reino de DIOS expulsa al reino de Satanás.

            Los exorcismos de Jesús sólo pueden entenderse en profundidad en el marco de su anuncio del Reino de DIOS y de su gran evangelización. En efecto, Jesús tuvo que inaugurar el reino de DIOS en el mundo con la fuerza del Espíritu (Mc 1,15) y, como consecuencia necesaria, destruir, con su poder sobre los demonios, el imperio de Satanás (Mc 1,24; Mt 8,29).

Jesús nuncarecurre aactos deritosmágicos deexorcismo.Similar a lo practicado en eljudaísmoal comienzode la era cristiana,sin cuestionarla noción de quemuchas enfermedades eran atribuidas ainfluencias demoníacas, cura a los enfermos. Él expulsa demonioscon elpoder de su palabra(Mc 4,25-26; Mt4,24;9,32-33,12,22, 17,14-20,etc…), debido alEspíritu de DIOS queesta en ella(Mt12,22-32, Mc 3,22-30 ), también llamado por el dedo de DIOS(Lc11,20).

La comunicación del Espíritu sanador obrando en él, parece referirse al gesto de la imposición de manos (Mc 5,23, 6,5, 7,32, 8,23, Lc 4,40; 13,13). Él también da ese poder a los doce (cf. Mt 10,7, 10,1, Mc 3,10), pero no siempre consiguen sanar (cf. Mt 17,16). Deben hacerlo en Su nombre (cf. Mc 16,15-18): es sólo el poder de su palabra y la fe en Él (Mt 17,20): sólo DIOS triunfa sobre los poderes del mal. Esto parece ser el sentido de ayuno en Mc 9,29 y Mt 17,21.

 

  1. Exorcismo en el poder del Espíritu Santo.

            Es necesario destacar este hecho importante: la fuerza sanadora y liberadora, con miras a la realización del reino de DIOS, viene por Jesús del Espíritu Santo, con el que DIOS lo ungió. En este sentido hay un texto importante. En una ocasión, cuando Jesús expulsó un demonio, dijo: “Pero si por el Espíritu de DIOS expulso los demonios, entonces el Reino de Dios ha llegado»  (Mt 12,28; cf. Lc 11,20). Los exorcismos son, por tanto, acontecimientos carismáticos, realizados por Jesús en la fuerza del Espíritu, que proclaman el aspecto nuevo y sorprendente del reino de DIOS.

 

  1. Actividad del diablo hoy.

            Pero surge una pregunta u objeción: si Jesús iba a establecer el reino de DIOS y destruir el reino de Satanás, ¿cómo se puede explicar la presencia todavía activa del Espíritu del mal?

            La acción del diablo en el mundo es ciertamente un misterio, pero también es una realidad reconocida en el Nuevo Testamento y debemos aceptarla. Al respecto, los textos de 1Tes 2,18; Ef 6,10-13 y Ap 12 son muy claros.

            Por otra parte, el mismo Evangelio muestra claramente que, aunque la acción del diablo continúa misteriosamente en el mundo, sin embargo, ya ha sido derrotado y la victoria definitiva es de parte de DIOS y de Jesús: “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el Príncipe de este mundo será expulsado. Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Jn 12,31-32).

 

  1. Exorcismos, signos sensibles de una realidad más profunda.

Los exorcismos de los evangelios sinópticos son «signos sensibles y visibles» de una realidad espiritual superior: la gran victoria espiritual de Jesús sobre Satanás, por cuya influencia el pecado entró en el mundo y, como consecuencia, vino la enfermedad, el dolor y la muerte.

            De este modo, los exorcismos del Evangelio son percibidos como resultado de una acción poderosa de DIOS» (de su dynamis o su energía divina), que quiere la salvación integral del hombre, y cuyo instrumento es Jesús (Lc 5,17; 6,19).

 

  1. Exorcismos, acciones salvadoras.

Los exorcismos realizados por Jesús no son sólo acciones curativas (como puede serlo la actividad médica legítima: psicología, psicoanálisis, psiquiatría), sino que son «acciones salvíficas», signos sensibles de salvación espiritual. Además, los exorcismos de Jesús, así como todos sus milagros, en particular las tres resurrecciones, se comprenden mejor a la luz pascual de la glorificación de Cristo resucitado, hecho Señor del cielo y de la tierra.

 

  1. Jesús obtuvo la victoria definitiva sobre Satanás mediante el misterio de Su Pascua.

San Juan, en su evangelio, no quiso narrar ningún exorcismo; pero habló de la terrible lucha de Jesús contra el Príncipe de este mundo y afirmó la victoria definitiva y total de Cristo al aceptar la voluntad del Padre de morir en la cruz, entregando voluntariamente su vida para recobrarla nuevamente: ‘Por esto el Padre me dio amor, porque doy mi vida para recuperarte nuevamente. Nadie me lo quita, yo lo doy de buena gana… Éste es el mandato que recibí de mi Padre» (Jn 10,17-18). “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el Príncipe de este mundo será expulsado. Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12,31-32). “Ya no os hablaré muchas cosas, porque ha llegado el Príncipe de este mundo. En mí no tiene poder; pero el mundo debe saber que yo amo al Padre, y que obro como el Padre me ha mandado» (Jn 14,30-31). “Cuando venga el Paráclito, convencerá al mundo del juicio… porque el Príncipe de este mundo ha sido juzgado» (Jn 16,11).

Así, para una correcta interpretación de los exorcismos -así como de otros milagros-, no basta con verlos únicamente como fenómenos liberadores o curativos a la luz de las ciencias humanas: medicina, psicología, psicoanálisis, psiquiatría; sino que es necesario discernirlos en estrecha relación con el anuncio del establecimiento del Reino de DIOS, con la amplia evangelización de Jesús y con la misión que recibió de salvar al mundo del dominio de Satanás, de la esclavitud del pecado y las consecuencias de ella, mediante la entrega de su vida en la Cruz y la recuperación de la misma mediante su resurrección gloriosa (Lc 19,10; Jn 4,42; 1Jn 4,14).

 

  1. ¿Cuáles fueron las técnicas utilizadas por Jesús para los exorcismos?

Para sus exorcismos, Jesús no utilizó reglas impuestas ni esquemas rígidos, ni técnicas complicadas, ni gestos habituales. Lo que siempre aparece es su palabra omnipotente, recreadora y soberana. Jesús ordena y el efecto deseado se logra inmediatamente.

En la sinagoga de Cafarnaúm, Jesús amenazó al espíritu inmundo, diciéndole: “Cállate, y sal de él.” Y salió de él (Mc 1,25).

En el caso del endemoniado geraseno, Jesús le había dicho al demonio: “Espíritu inmundo, sal de este hombre»  (Mc 5,8).

La mujer cananea: “Por eso lo dijiste, vamos, que el diablo ha salido de tu hija”.

Al joven epiléptico: “Espíritu sordo y mudo, yo te mando: sal de él y no entres más en él”. (Mc 9,25).

Una mujer había estado enferma por un espíritu durante dieciocho años. Cuando Jesús la vio, le dijo: “¡Mujer, queda libre de tu enfermedad!” Y le impuso las manos, y al instante se enderezó (Lc 13,12).

2.5. Resumen y conclusiones

Jesús es el Exorcista por excelencia y es, por tanto, el ejemplo para todo aquel que ejerce este importante y delicado ministerio. Para el correcto ejercicio del ministerio del exorcista -quien se supone enviado por Jesús- se deben tener en cuenta varios principios o criterios:

 

            1° El Espíritu Santo es fuente de todos los carismas. El ministerio del exorcista es un carisma particular, que debe ser discernido por la autoridad de la Iglesia (1Tes 5,19-21). Si el Espíritu Santo ya se lo ha concedido, tendrá que agradecerle y si un creyente se siente llamado a ejercer el ministerio de exorcista y aún no ha recibido este carisma, deberá implorarlo humildemente del Espíritu de DIOS.

            2° La expulsión de los demonios debe hacerse con el poder del Espíritu Santo, y siempre con el fin de evangelizar, es decir, para el establecimiento del Reino de DIOS en el mundo y la destrucción del reino de Satanás (Mt 12,28).

            3° Para ejercer el ministerio de exorcista se requiere expresamente «el envío» o «la misión” dada por la autoridad eclesiástica competente.

4° El ministerio de exorcismo no debe realizarse en ningún paciente, ya que la enfermedad como tal, aunque sea psicológica, no es necesariamente un signo de influencia demoníaca.

            5° Para realizar un exorcismo se requiere siempre la luz del Espíritu Santo y el discernimiento oportuno, para juzgar si en tal o cual caso puede realizarse el ejercicio de este ministerio.

            DIOS, nuestro Padre, por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor, continúa realizando su gran obra evangelizadora y liberadora en la Iglesia y en el mundo: ¡el establecimiento de su Reino y la victoria sobre los poderes del Mal! ¡Y que el Espíritu Santo conceda, a quien lo desee, el importante pero delicado carisma de expulsar demonios en el Nombre de Jesús!

 

2.6. Historia: Gestos y Actitudes en el rito de los exorcismos.

En cualquier religión y cultura en que personas creen en la existencia y la acción de fuerzas demoniacas y espíritus malignos, se conocen exorcismos con los que tratan de defenderse y deshacerse de estas fuerzas nocivas. Y especialmente a partir de enfermedades físicas y mentales atribuidas al encapsulado y posesión por estos poderes malignos. En todas las culturas extrabíblicas hay conceptos similares […] el fenómeno de cargar al hombre por espíritus malignos, así como conceptos relacionados con ritos de exorcismo usado para neutralizarlo. Hay, por tanto, un sustrato común en el que él puede actuar como un puente entre dos idiomas. Su conocimiento nos permite entender los ritos de exorcismo de fuentes litúrgicas y especialmente la evolución que ellos tuvieron a través de los siglos desde la Edad Media.

¿Existía ya el exorcismo antes de Cristo?

            En aquellos tiempos, había quienes decían exorcizar. Pero Jesús dio el poder de expulsar demonios a sus seguidores. Así, no hubo exorcismos válidos antes de Cristo; ni existen actualmente, fuera del ámbito cristiano. Hoy en día los magos y brujas dicen que exorcizan, pero sus exorcismos son absolutamente ineficaces.

En cualquier caso, no podemos excluir definitivamente el hecho de que antes de Cristo alguna persona hubiera podido recibir el don de DIOS para ejercer este ministerio. Hubo santos antes de Cristo, hombres justos que buscaron a DIOS. Es perfectamente posible que algunas de estas pocas personas justas, dedicadas a la oración y a la vida ascética, pudieran expulsar demonios en nombre del único DIOS verdadero.

 

2.6.1. En las religiones y en el judaísmo

En las religiones paganas, la liberación, llamado » primitiva» o tradicional de demonios es confiada a asistentes. Las prácticas antiguas a menudo tienden a alejar poderes malignos, fueron confiadas a un sacerdote que practicó estas actividades con oraciones, súplicas, amenazas, recitación de fórmulas y textos mágicos muchas veces incomprensibles, con gritos, silbatos, carcajadas obtenidas a través de herramientas, y por gestos como imponer manos, soplar y escupir en dirección de los espíritus, con el uso de sal, aceite y otros medios para lo cual fueron designados. Es significado el poder apotropaico, con la preparación de círculos de harina, cenizas, fuego y tierra, a través de la observancia de ayuno y purificaciones, juegos previos, el uso de ropa y colores específicos para el exorcista.

Entonces, en los rituales exorcistas Asirio-babilonios, los curanderos eran responsables de preparar un brasero, de colocar ramas en un orden preciso, de esparcir un poco de harina para circunscribir un lugar separado del mundo profano alrededor, de encender una antorcha con azufre desde un brasero, de manipular un manojo de dátiles, un mechón de pelo de cabra o un hilo rojo. La víctima tenía que ser liberada del espíritu maligno en la forma en que se quitan las pieles de una cebolla o se sacan los mechones de lana o pelo de cabra. O se destruye la figura de cera que representa al oponente. Se puede luchar contra el mal con hierbas. El paciente quedará ya lavado, purificado y renovado.

También el judaísmo reconoce exorcistas y ritos de exorcismo, y el hecho es descrito por los testigos del Nuevo Testamento, donde Jesús responde al desafío de cuantos lo acusan de expulsar demonios en nombre de Belcebú, príncipe de demonios: «Y tus hijos en nombre de quién los expulsan?» (Mt 19,13-14). Los Hechos (19,13-14) reportan algunos exorcistas, vendedores ambulantes, hijos del gran sacerdote Ceva, quienes afirman que usan el nombre en Jesús, considerando fórmulas efectivas utilizadas por ellos para realizar exorcismos.

 La práctica exorcista de los judíos es confirmada por Josefo Flavio. Él nos informa que Salomón fue considerado un gran exorcista en la antigüedad. Según el historiador de Antigüedades judías, DIOS le enseñaría el arte de expulsar al espíritu malo para el beneficio y salvación de los hombres. De acuerdo con lo que él refiere, la curación ocurrió como sigue: el exorcista tenía aproximadamente nariz de endemoniado con un anillo con las raíces que Salomón había indicado, y qué hizo oler a enfermo, entonces el espíritu abandonó por la nariz, el poseído cayó inmediatamente al suelo y el exorcista se pronunció sobre él en nombre. La sentencia de Salomón, conjurar al espíritu de que nunca volviera a ese hombre.

Los Apócrifos del “Génesis” en Qumrán, por el contrario, muestran a Abraham cuando curó al Faraón por imposición de manos, acompañada de la invocación del nombre de DIOS. Atanasio da fe del uso entre los judíos de expulsar demonios leyendo las Escrituras. Justin, sin embargo, da fe del uso de perfumes.


3) Testimonios de los Padres de la Iglesia del primer milenio

            Seleccionamos apenas algunos pocos textos de entre los innumerables testimonios que podemos encontrar entre los Padres de la Iglesia.

3.1. La práctica de los primeros siglos de la Iglesia

En la Iglesia los Exorcismos apostólicos se llevarán a cabo con el mismo espíritu, invocando el nombre de Cristo resucitado, único ganador de Satanás (cf. Mc 16,17, Hechos 19,12, etc.). Enviados por Jesús, los discípulos expulsan demonios (cf. Hechos 5,16; 16,18). Incluso si no se especifican los gestos que se realizan, con base en Marcos 16,18 podemos asumir la imposición de manos.

            El hecho de expulsar demonios en nombre de Cristo, presente para las enfermedades físicas y mentales, es considerado por escritores cristianos de los siglos I y II como una demostración del carácter divino del cristianismo. Justino dice que los cristianos curaban a los enfermos que exorcistas, hechiceros y magos paganos no habían podido sanar, en nombre de Jesucristo, crucificado bajo Poncio Pilato. La noticia fue confirmada al final del siglo II por Ireneo: «Al invocar el nombre en Jesús Cristo, quien fue crucificado bajo Poncio Pilato, Satanás es expulsado por los hombres». Y fue Minucio Félix quien informó: «[Los demonios], conjurados en nombre de un solo DIOS verdadero, están oprimidos. El horror en sus cuerpos miserables se aleja inmediatamente o gradualmente desaparece, según el acto de fe del paciente.

 

3.2. Demonio y cristianismo en Tertuliano [1]

“Los filósofos saben acerca de los «demonios», […]Todos los poetas los conocen, hasta las ­masas ignorantes los utilizan cuando quieren maldecir. En efecto, Satán, príncipe ­de esta estirpe del mal, es evocado, mediante una intuición propia del ­alma, con los acentos mismos de la maldición. Pero por ahora bastará con indicar cuál es el resultado que persigue: consiste en la ruina del hombre, y la malicia de los espíritus ha estado desde el principio ­dedicada a la pérdida del hombre. Así infligen ciertas enfermedades y ciertos accidentes dolorosos a los cuerpos; a las almas, mediante la violencia, ­perturbaciones inesperadas y excepcionales. No les falta una maravillosa sutileza y ligereza para atacar ambas sustancias que constituyen al hombre.

“Se revelan más por sus efectos que por su acción, ya sea que un ­mal invisible en el aire destruya los frutos y las cosechas en flor, los esterilice en sus brotes, los hiera en su crecimiento, o si el aire viciado propaga de forma desconocida ­miasmas pestilentes. De la misma manera, por un misterioso ­contagio, el aliento de los demonios y de los ángeles determina una corrupción ­del espíritu mediante horribles furias y locuras, terribles pasiones y aberraciones de toda especie, de las cuales la principal es la de encomendar ­esos dioses vuestros a los mentes engañadas y burladas, para obtener su propia comida, de humo y sangre, ofrecida a sus simulacros e imágenes.” (Apología del cristianismo XXII, 1-6).

“Su velocidad es considerada sinónimo de divinidad, porque se desconoce la sustancia de la que están hechos. Por eso de vez en cuando quieren ser considerados autores de los hechos que anuncian. Y ciertamente son muchas veces autores del mal, nunca del bien. Conocían los mismos secretos de la divinidad cuando los profetas los manifestaron ­en público, y aún hoy los conocen por las lecturas ­en las que se los recuerda. De esta manera logran captar algunas predicciones del futuro, compitiendo con la divinidad, mientras que lo único que han ­hecho es robarles dichas adivinaciones. […] Así obtienen de su residencia en el aire, de la proximidad de las estrellas y del contacto con las nubes la posibilidad ­de saber cuándo les es posible prometer la caída de las lluvias, que ya sienten próxima. También traen beneficios, sin duda, y medicinas para los males: primero crean el mal, y luego prescriben los remedios de forma nueva, milagrosa y hasta contraria a lo habitual; luego, cuando han terminado de hacer daño, se dice que esos medios han logrado la cura.

¿Por qué entonces insistiré en las otras artimañas de los espíritus, en su ­poder engañoso, cuando su profesión es anunciar oráculos y hacer prodigios?” (Apología del cristianismo XXII, 7-12).

“Matan niños siguiendo la respuesta de un oráculo, se divierten inventando muchos milagros con engaños de charlatanes, también envían sueños, habiendo alguna vez evocado a nuestro servicio el poder de los Ángeles y de los demonios” (XXIII, 1-3).

            La visión de Tertuliano es muy cercana a la de los apologistas griegos, con una ­notable diferencia: los apologistas consideran la idolatría sobre todo desde un punto de vista privado y personal. Tertuliano, por otra parte, ve la idolatría conectada con la ciudad pagana, como una fuerza animadora del culto y de ­los espectáculos públicos. La acción de los demonios se manifestará, pues, en la oposición de la ciudad pagana ­hacia la Iglesia, particularmente en las persecuciones.

            Importancia de conocer a los demonios y luchar contra ellos:

“Damos más crédito a quienes confiesan algo que va contra ellos mismos, que a quienes niegan algo en su propio interés. Estos, en definitiva, son precisamente los testimonios que los cristianos suelen dar de sus dioses­: cuanto más creemos en los demonios, más creemos en DIOS por medio de Cristo. Son ellos quienes encienden la fe en nuestras Escrituras, quienes crean confianza en nuestras esperanzas […] habiéndose hecho también cristianos, puedes ponerlos en fuga”. (XXIII, 13-19).

“Y, además, como la condición es desesperada por la condenación anticipada, consideran un aligeramiento del castigo para disfrutar, aunque sea por un momento, de los frutos de su maldad. Y sin embargo, una vez atrapados, se dejan subyugar, obedecen y, sometiéndose a la condición ­que les imponen, los que atacaron de lejos no ­suplican de cerca. Por eso, como quienes resisten o se rebelan en las cárceles o en los trabajos forzados, en las minas o en castigos criminales similares, los demonios ­se apresuran a luchar contra nosotros, contra nosotros que los tenemos en nuestro poder, aunque sepan que ya han perdido. Y así se pierdan ­aún más; nos obligan a darles batalla a ellos, esos desgraciados, como si fueran ­nuestros iguales, y al perseverar en el sentimiento con que luchan, ­los empujamos contra los reyes, nunca triunfamos sobre ellos más que cuando somos ­condenados por la Obstinación de nuestra fe.” (XXVII, 2-7).

 

Quien, por tanto, por celos serviles ha intentado reproducir en actos idólatras los mismos elementos con que se administran los sacramentos de Cristo, es el mismo que, con igual astucia, ha intentado aplicar, y lo ha conseguido, los instrumentos de la divina gracia.

“El espíritu de maldad, por tanto, del que descienden las herejías, fue introducido en el mundo por el diablo, y las herejías no se diferencian de ­la idolatría, siendo ambas producto del mismo autor y de una misma actividad” (La prescripción contra los herejes, 40).

Las iglesias del diablo

“Debemos odiar estas reuniones de paganos precisamente porque ­allí se blasfema el nombre de DIOS, allí ­se levantan leones contra nosotros cada día, allí se deciden las persecuciones, allí ­vienen las pruebas. ¿Qué harás una vez que estés atrapado en ese hervidero de ­aclamaciones malvadas? No porque allí puedas sufrir algo por parte de los hombres ­(nadie te conoce como cristiano), sino piensa en lo que te sucederá en el cielo. En efecto, ¿dudas que, al mismo tiempo que la iglesia del diablo hace estragos, los Ángeles no miran desde el cielo y toman nota uno por uno de los que han blasfemado, de los que han escuchado, de los que se han puesto al servicio del diablo? […] Puede haber cosas dulces, agradables, sencillas, incluso ­honestas: nadie mezcla un veneno con hiel y eléboro, sino con ­platos condimentados y sabrosos, y es sobre todo con los dulces con los que se confunde este veneno. De la misma manera, el diablo impregna ­las cosas más agradables y queridas de DIOS con su preparación mortal. En esos lugares, lo que es fuerte, lo que es honesto, lo que es armonía de sonidos y canciones, lo que es ingenioso, considéralo como miel que gotea de un dulce envenenado y no pienses que tu avidez de placeres vale tanto como el peligro que corres.” (XXVII, 1-5).

Homenaje a los demonios

“Está escrito: «Que las obras brillen» (Mt 5,16). Al contrario, ahora ­brillan nuestras tiendas y nuestras puertas. Ya se podían encontrar más puertas ­sin lámparas y coronas entre los paganos que entre los cristianos. […] «Entonces, ¿dices que las lámparas en las puertas y las coronas en los postes ­son un honor que se rinde a DIOS?» No, no me refiero a un honor que se rinde a DIOS, sino a quien es honrado como DIOS a través de estos homenajes con un rito aparentemente correcto, pero que llega ocultamente a los demonios.” (De corona, 15,1-6)

            Tertuliano subraya que los cristianos adoptan tales comportamientos no porque estén obligados por las circunstancias, sino de forma espontánea, distinguiéndose ­de los paganos por su celo.

 

3.3. Demonio e Iglesia en Cipriano

Cipriano, al afirmar el poder de los cristianos sobre los demonios, se refiere a Tertuliano. Véase Apologético XXIII, 13-19: “Todo este dominio y poder sobre ellos proviene del nombre ­de Cristo”:

            “Todo el vacío que hagamos dentro de nosotros mismos, con fe, será llenado de gracia. Desde aquí ya tenemos la capacidad, mediante una castidad perfecta, un ­alma intacta y una palabra pura, de poner remedio al sufrimiento extinguiendo y destruyendo los agentes patógenos de la muerte, de curar las heridas de las almas descarriadas devolviéndoles la salud, de traer paz a los enemigos, calma a los violentos, mansedumbre a los crueles; nos es dado desenmascarar ­con la fuerza, con amenazas e insinuaciones, a los espíritus inmundos, que vagan aquí y allá, que atacan a los hombres para pervertirlos: para que los obliguemos ­a retroceder […] , el Espíritu que hemos ­recibido obra con completa libertad en nuestra nueva vida: pero, como ­no hemos cambiado en cuerpo y miembros, nuestro ojo carnal todavía está oscurecido por las sombras de la vida presente.

¡Qué grande es el poder de nuestra alma, qué grande es su fuerza! No sólo ha escapado ahora a los peligrosos contagios del mundo, de modo que, limpia y pura, no se deja arrastrar a la ruina por el enemigo ­que arrasa, sino que ha adquirido tal poder como para ejercer pleno y legítimo dominio sobre Todas las legiones del mundo que desataron al enemigo.” (A Donato, 5,58-59).

            Sociedad pagana bajo el dominio del maligno

“en todas partes hay algo así como un agente maligno ­que actúa sobre las almas depravadas con toda forma y género de pecado. Aquí uno manipula un testamento, allí otro, con un fraude capital, comete una falsificación; por una parte, los hijos son defraudados de la herencia, por otra los bienes se entregan a quienes no pertenecen en absoluto­; encontraréis un enemigo que os acusa, un calumniador que os ataca, un testigo ­que testifica falsamente. Por todas partes sale a la luz el ­venal descaro de gente que prostituye su propia lengua para inventar crímenes. Y mientras tanto, los criminales escapan a la suerte de los inocentes que sucumben. […] Sólo hay una tranquilidad serena y cierta, una sola seguridad estable y perfecta, la de quien, alejándose de las angustias y tormentas del mundo, sigue refugiado en el puerto de la salvación en Cristo. […] Veremos el daño que ­nos han causado en el pasado los ataques del enemigo hábilmente desatado contra nosotros.” (A Donato, 10,65)

         “El Señor nos advierte y subraya: «Vosotros sois la sal de la tierra» (Mt 5,13). Y quiere que seamos sencillos hasta la inocencia y, al mismo tiempo, prudentes en la sencillez (cf. Mt 10,16).

Por eso, queridísimos hermanos, es necesario que, con corazón vigilante y atento, sepamos prever, comprender y escapar de las trampas del astuto ­enemigo»

“no hay que temer la persecución, ni los ataques abiertos ­que se lanzan contra los siervos de DIOS para derribarlos y abrumarlos. Es mucho más fácil defenderse cuando los motivos del terror son evidentes­: cuando el adversario se levanta abiertamente, el espíritu queda protegido. Hay más motivos para temer y vigilar cuando, en cambio, el enemigo se acerca ­sigilosamente y, camuflado con apariencias de paz, se introduce sigilosamente ­a través de pasadizos secretos, de ahí su nombre de serpiente.”

“Debemos protegernos no sólo de los peligros abiertos y manifiestos, sino también de las trampas que se esconden con la sutil astucia del engaño. […] Arranca a los hombres de la Iglesia y, mientras creen que ya se han acercado a la luz escapando de la noche del mundo, los envuelve ­en aún más oscuridad sin que se den cuenta. Así terminan llamándose cristianos sin observar por ello la ley del Evangelio de Cristo; y mientras caminan en tinieblas, creen que están ­en la luz. Todo esto es precisamente obra del adversario, que suavemente induce al error y – como dice el Apóstol (cf. 2 Cor 11,14) – se transforma en ángel de luz y hace pasar a sus ministros por ministros de justicia” (Ep 51, 3,78-79)

 

3.4. La gnosis cristiana en Clemente de Alejandría

Según el Excerpta ex Theodotus (Clemente de Alejandría) el fin de siglo II, la invocación del nombre de Cristo es acompañado por la imposición de manos. Los gestos están confirmados en África por Tertuliano. Él nos informa que los cristianos expulsaron demonios, y eso no sólo en favor de los paganos, también de los cristianos que recibieron el bautismo. Asimismo, se liberan por la fe y el gesto de toque o soplo.

Él dice: «Con el simple toque de nuestras manos o la respiración más débil de nuestra boca […] los demonios dejan los cuerpos de hombres». Él también nos da elementos para reconstruir lo que él era según cabe suponer la formula africana de exorcismo: «Todo imperio y el poder que tenemos sobre los demonios derivan su fortaleza del hecho de que nosotros pronunciamos y enumeramos todos los castigos con qué amenazarlos”.

            Los ídolos son obra de hombres y de espíritus inmorales.

“la mayoría de la gente no lo cree así: dejando de lado el pudor y el miedo, tienen pintadas en sus casas las pasiones inmorales de los demonios. De esta manera, entregados por completo a la lujuria, han adornado sus ­aposentos nupciales con ciertas tablas pintadas. […] ¡Y cuáles son también sus otras imágenes! Estatuillas de Pan, muchachas desnudas y sátiros borrachos, bultos fálicos, que se presentan desnudos en los cuadros, y que están condenados por su propia incontinencia.” (IV, 51,6; 55,5; …).

            “¡Más felices que los hombres, que viven en el error, son las bestias! Como vosotros, viven en la ignorancia, pero no alteran la verdad­; entre los animales no hay aduladores de ninguna especie; los peces no adoran ­a los demonios, los pájaros no veneran ídolos: sólo miran fascinados al cielo, ya que no pueden alcanzar el conocimiento de DIOS, por considerarse indignos de la razón.      ¿No os avergonzáis, pues, de haberos vuelto más irracionales ­que los animales?

[…] Habéis envejecido en el culto de los demonios” (X, 108, 1-3)

El corazón humano es el hogar de los demonios.

Los poderes de que hemos hablado colocan ante las almas que se inclinan ante ellos bellezas, honores, adulterios, placeres y fantasías seductoras similares, como aquellos que, queriendo ahuyentar a las ovejas, agitan delante de ­ellas ramitas verdes. Así engañan a quienes son incapaces de ­distinguir el verdadero placer del falso, la belleza pasajera y despreciable de la santa belleza y los conducen a la esclavitud. […] el alma lleva la imagen de la pasión sin darse cuenta

 

3.5. Los exorcismos bautismales en Hipólito de Roma

            Unas décadas después, en la Traditio Apostolica, uno de los documentos más antiguos sobre la práctica litúrgica de la Iglesia, se habla de tres tipos de exorcismo en referencia al bautismo: uno se realiza ­para aquellos que deben recibir el sacramento, y que son exorcizados todos los días por ­la imposición de manos. El segundo tiene lugar el sábado anterior a Pascua, con la presencia del obispo y su imposición de manos. El tercero es el exorcismo sobre el óleo.

            “Les impondrá las manos, conjurando a cualquier espíritu extraño a que se aleje de ellos y no regrese jamás. Una vez finalizado el exorcismo, les soplará en la cara, allí les marcará la frente, las orejas y la nariz, luego los hará levantarse nuevamente. Pasarán la noche velando, leyendo las Escrituras y dando instrucciones. […]

La Tradición Apostólica,que tratade los ritosprebautismales,dice: «la imposición de manos [el obispo] invocaal espíritumalo aalejarse de ellos[los catecúmenos] y no volver nunca más.

El obispo tomará el aceite y pronunciará sobre él un exorcismo: se llama aceite del exorcismo. Un diácono tomará el aceite del exorcismo y se colocará a la izquierda del presbítero; otro diácono tomará el óleo de acción de gracias y se colocará a la derecha del presbítero. El presbítero se dirige a cada uno de los que van a ­recibir el bautismo por separado y les ordena abjurar, mirando hacia Occidente, diciendo: «Renuncio a ti, Satán, a tus seducciones y a tus obras». Después de esta declaración, será ungido con el aceite del exorcismo, diciendo­: «Que todo espíritu maligno se aparte de vosotros.» (TA, 18-22).

“Terminado el exorcismo soplo en tu cara, después de marcar tu frente, orejas y nariz». Como puedes ver, a partir del principio del siglo III, tenemos prácticamente todos los elementos del rito bautismal de exorcismo de la Iglesia romana hasta hoy: insuflación, imposición de manos, invocación del nombre de Cristo, la amenaza del castigo eterno dado a Satán.

 

  1. Los libros litúrgicos romanos

            En el Sacramentario Gelasiano estos gestos son viejos. Los encontramos en exorcismos Súper electos especialmente, acompañados por el toque de tu nariz y orejas con saliva. Es unción con aceite exorcizado y llevado a cabo en exorcismo del Sábado Santo inmediatamente anterior al bautismo. Los gestos y las oraciones del Gelasiano, aplicados ambos en adultos y niños, fueron transmitidos a través de la Edad Media y vendrán con pequeños ajustes en el Ritual Romano en 1614. Aquellos exorcismos también se aplican a los que recibieron el bautismo y fueron atacados para ser poseídos por el diablo.

Ya al principio del siglo III, con la Tradición Apostólica somos informados de la existencia de exorcistas, quienes, según el Estatuto Ecclesiae antiguo del siglo V, en el acto de su ordenación, con la entrega del libro de exorcismos reciben del obispo el poder de imponer las manos en catecúmenos y bautizados. Pero más allá del gesto de la imposición de manos, no sabemos nada de oraciones contenidas en este libro ni los gestos proporcionados.

            Textos en exorcismos sobre los poseídos se encuentran en el Antiguo Sacramentario Gelasiano franco, es el Gelasiano del siglo VIII. En estos libros el único gesto parece ser la imposición de manos.

En el Pontifical romano -germánico hay cinco formas para el exorcismo sobre los poseídos, de las cuales se atribuye la cuarta a Santo Ambrosio y la quinta a San Martín. En la primera y la cuarta, así como fórmulas deprecatorias e imprecatorias, se prevén las siguientes acciones en el exorcismo: aspersión con agua bendita, imposición de manos y signo de la cruz. Es la sentencia a Satán para que salga del poseído y dé paso a Cristo. El jueves, el sacerdote marca los sentidos y miembros de los fieles con la señal de la cruz, pronunciando la fórmula como: Accipe signum crucis […]; benedico oculos tuos ut videas claritatem eius, signo omnia membra tua ut ab ipsis expellatur diabolus qui laedit omnem carnem.

Un ritual muy complejo es el contenido en el Códice Vindobonensis Palatino, 1888 Biblioteca Hof de Viena. Él explica: «Cuando una persona oprimida por el diablo se presenta, el sacerdote la signa recitando tres colectas. Él le ordena salir de la iglesia y quitarse la ropa sucia en un lugar secreto, cantando una letanía. Bendice la sal y agua. La persona vestida con ropa nueva, rociada con agua bendita, es llevada luego al altar, donde ayuna hasta la hora novena. El sacerdote canta la misa para los poseídos; él está sujeto hacer penitencia durante siete días con el sacerdote hasta el decimoquinto día, comiendo sólo pan y sal, y, si el cura permite, pescado y verduras con la bendición de sal y agua… Y hasta el decimoquinto día, debe abstenerse de relaciones con su esposa, y si se trata de mujer, de relaciones con su marido. Y por un año entero No comerá pan hecho un domingo, o carne de animales qué fueron derribados el domingo, ni siquiera cerveza caliente hecha el domingo. Y no debe comer o beber nada cálido hasta el final de la vida».

 

  1. La práctica de exorcismo medieval

Entre los rituales romanos, solo una parte contiene las formas en exorcismo sobre los poseídos, sin embargo, con el paso de los años se están divulgando. En paralelo e independientemente de la liturgia oficial, por iniciativa de demonólogos, son procesadas y dispersas un número extraordinario de técnicas especializadas en exorcismos, que debían tener gran éxito con aquellos que no pudieron ser curados, la intervención del clero oficial.

            «Desde el final de la Edad Media, las grandes epidemias (Peste Negra), el renacimiento de las artes y letras paganos y ocultistas, rupturas importantes en unidad de los cristianos y de amenazas de los infieles, quienes, de diferentes maneras, como las consecuencias que se ven entre los oprimidos por el diablo y sus aliados en la tierra. La brujería generalizada en todos los estratos de la sociedad llegó a su apogeo en demonomanía de los siglos XVI y XVII, es decir, en un momento en que, al menos en los círculos católicos, la realidad de la posesión era admitida entre la población. El testimonio de las Escrituras, la autoridad y práctica de la Iglesia y los incontables casos contemporáneos significan que, para los católicos, la posesión es parte de la realidad de la fe y muchas veces por experiencia».

Florece en la literatura de la demonología un clima que intenta diagnosticar los pactos diabólicos y modos de acción y cooperación de espíritus malignos con los hombres y proporcionar a los fieles un medio eficaz de defensa.

 

  1. El ritual romano desde Trento

            En el Ritual romano del Papa Pablo V: En 1614, en el ritual del exorcismo están contenidos bajo el título XII: En exorcizandis obsesionante: El demonio. El rito se caracteriza por su simplicidad, no sólo en relación con las antiguas fuentes litúrgicas, sino también para los que vienen como el Sacerdotalis de Alberto Castellano [1542] Es del rito sacramentorum romano del Cardenal Antonio Santori impreso entre 1584 y 1602 y nunca promulgado. Trata especialmente respecto a las prácticas de exorcismos medievales.

El ritual se lleva a cabo por un sacerdote delegado por el obispo, habiendo hecho su confesión sacramental, la celebración de la misa y oración. Después de la señal de la cruz y de la aspersión de agua bendita hay una larga introducción: Salmo 53, dos oraciones y un primer exorcismo imprecatorio; Por lo tanto, la lectura de cuatro textos del Evangelio: Jn 1,1-14, en el que es proclamada la divinidad de Jesús; Mc 16,15-18 y Lc 10,17-20, que se relacionan con el poder para expulsar demonios dada por Jesús a sus discípulos; Lc 11,14-22, en el que Jesús, después de liberar a un hombre poseído, se defiende de la acusación de expulsar demonios por el poder de Belcebú, príncipe de los demonios. Sigue el exorcismo adecuado: el sacerdote pone la mano en la cabeza del poseído y dice con mucha fe (constante y magna fide): Ecce crucem Domini, fugite partes adversae […]. En seguida, tres oraciones preliminares, basadas en la tradición medieval, cada una de los cuales es seguida por un largo exorcismo imprecatorio acompañado por muchos signos de la cruz en la frente y en el pecho del poseído.

            El ritual, que puede repetirse tantas veces como sea posible o necesario, concluye con Padrenuestro, Ave, Credo, Magníficat y el Benedictus, el símbolo atanasiano, los salmos 3; 10; 12; 21; 30; 34; 53; 67; 69; 90; 117; se puede recitar todo o a elección, y finalmente, el orador, después de la liberación del mal, da la cuarta formula del Pontifical Romano-germánico.

            Todo caracteriza claramente la referencia a la victoria de Cristo sobre el diablo y la acción del Espírito Santo, en la presente ejecución de su victoria de Pascua. Es tomar el lugar desocupado por el espíritu maligno.

 

  1. El ritual del exorcismo ante el Vaticano II

En el “rito de exorcismo” postridentino del Ritual Romano de 1614, el rito consta de dos partes: Notas del exorcista y oraciones. En 1890 se añadió como tercera parte la larga oración del Papa León XIII a san Miguel. El rito fue ligeramente revisado en 1925 y nuevamente en 1952.

El rito fue completamente revisado en 1999, que fue la última revisión litúrgica solicitada por el Vaticano II. Según el motu proprio Summorum pontificum, el ritual romano fue liberado para uso universal en la Iglesia. Este rito se utilizó durante muchos siglos. Muchos consideran que el rito de 1614 es más eficaz que el nuevo de 1999, porque está dividido en tres partes y en total son casi 17 páginas para rezar.

[1] Tertuliano, nacido en Cartago y muerto hacia 220, tuvo gran influencia en el desarrollo ­de la demonología. Su pensamiento expresa el conflicto contra el paganismo a raíz de los apologistas, pero con intuiciones personales, especialmente en torno al valor del bautismo ­y del martirio. Por su rigor y extremismo cayó luego en la herejía montanista. Escribió en latín, dando origen a la literatura cristiana en latín.