Son siete cualidades fundamentales para la formación del carácter
Son siete características esenciales en la Obra de los Santos Ángeles que deben llegar a formar las cualidades de carácter de cada miembro. Los Santos Ángeles las exigen cuando el hombre, a través de la Consagración a los Ángeles, se coloca a la disposición de los coros celestes.
Estas son: 1) la fidelidad, 2) la humildad, 3) la obediencia, 4) el amor, 5) la templanza, 6) el silencio, 7) la imitación de María
Son las siguientes:
La fidelidad. En la prueba, los Ángeles se separaron primero en Ángeles fieles y Ángeles infieles. Asimismo, la fidelidad es la característica más antigua de los Ángeles. Por eso, la fidelidad debe ser el fundamento más profundo de todos los miembros de la Obra de los Ángeles.
La fidelidad debe ser mantenida para con
Dios para con la
Santa Iglesia para con la
Obra de los Ángeles
y todos sus miembros.
En el concepto Dios se incluyen Maria y todos los Ángeles y Santos.
La fidelidad debe comenzar con los pensamientos. Con una severa autodisciplina, se debe evitar toda crítica despectiva de otra persona tanto en pensamientos cuanto, y más aún, en palabras. Si alguien os hace una pregunta, tenéis de contestar exactamente como Maria, como tu Ángel de la Guarda contestaría.
La humildad. Significa vivir de buen grado y con alegría; debe ser un alegre coraje para servir.
Debe ser un alegre “sí”, un “adsum” (“aquí estoy”) en todas las pruebas y aparentes injusticias. Debe ser una clara declaración de guerra
contra desconfianza,
contra celos y envidia,
contra susceptibilidad,
contra todo guardar rencor,
contra todo querer saber mejor y ser mejor,
contra toda frialdad del corazón.
Debe siempre estar acompañada de
prontitud para ayudar,
espíritu de alegría,
fortaleza,
confianza.
Todo y cualquier orgullo – mientras contraria la humildad, todavía que él se manifiesta apenas por el mal genio – debe ser punido luego y severamente.
La obediencia. Debe ser fundamentada en el Espírito Santo. No basta dar la apariencia exterior de someterse (y en el interior tener pensamientos de rebeldía, de crítica despectiva, de busca de desvíos o de sed de venganza), pues la obediencia tiene como meta la unidad cohesionada y la concentración de la fuerza propulsora.
Por eso, se debe obedecer también cuando contraria al propio entendimiento, y la gracia de la humildad se unirá con la gracia de la obediencia y hará con que el orden resulte en bien. El Señor no quiere máquinas mudas, sino almas totalmente entregues a Él que, a causa de Él, con total pureza-sinceridad, siguen a los Ángeles con la disciplina del ejército ordenado.
El amor. Es el centro, como la cruz está en el centro y el Señor y Su Madre.
Así, al comenzar por los pensamientos, el amor debe en vosotros siempre estar en el centro, como el corazón. A nada debéis dar más atención de que al amor en cada pensamiento, en cada palabra, en cada acto. En una breve meditación, diariamente se piense en el amor del Señor en el Pan y en el amor de la Madre bajo la cruz, si posible después la Sagrada Comunión. Esta meditación debe, a los pocos, volverse un deber.
El silencio. Lo que se habla, debe ser hablado con amor; más aún, sin embargo, se debe silenciar con amor, nunca por enojo u obstinación o sed de venganza o falsedad. El silencio debe verdaderamente ser santo. El hombre en la Obra de los Ángeles debe ser capaz de hablar en el silencio. Debe poder silenciar interiormente; asimismo, puede vaciarse para la voz del Señor, para escucharla, volverse vacío y presto para recibir los tesoros de la gracia que, en el silencio, van a llenar su corazón.
La medida (templanza). La medida es el orden de la propia vida interior bien como el orden en toda la Obra. La medida debe comenzar por la vida interior ordenada y debe, a través de la Obra, crecer para adentro de la medida del Reino de Dios en el Cielo y en la tierra. La medida no debe equivaler a una nivelación ni a la tacañería; la medida debe ser adaptada a la fuerza máxima en el hombre y en la Obra. La medida es el fundamento de la pureza-sinceridad, de la tranquilidad, de la claridad y de la santidad; por la medida se reconoce la grandeza del hombre y de la Obra.
La imitación de Maria. Como en la fidelidad se encuentra la fortaleza y la fe, como en la humildad se encuentra el conocimiento de Dios y la confianza, como en el amor se encuentra la entrega y la justicia, como en el silencio se encuentra la fuente de fuerza y la tranquilidad, como en la obediencia se encuentra la sabiduría y la esencia simple, como en la medida reposa la pureza, santidad y orden, así se encuentra en la imitación de Maria la imitación de Cristo. Cada uno en la Obra de los Ángeles debe ser Mariano hasta las últimas consecuencias y no desviarse ni un poquito de las pisadas del Señor.
La imitación de Maria se encuentra en el ser sierva hasta las últimas consecuencias, en la fidelidad, en la obediencia, en el silencio. La imitación de Maria es […] santa renuncia. La santa renuncia se llama:
Dar a Dios por amor.




